(Descargar)

En las últimas décadas, han ido aconteciendo profundos cambios
en la sociedad en todos los niveles imaginables.
A los verdaderos creyentes en Cristo Jesús, esto no nos debería
tomar por sorpresa, dado que, más que los cambios en sí, el aumento de
la maldad, es algo que está claramente predicho en las Escrituras.
No obstante, para muchos, ha resultado hasta cierto punto
alarmante ver cómo esta tendencia a buscar continuos cambios, también
se ha ido infiltrando en muchos sectores de la iglesia.
De esta manera, nuevos sistemas y métodos – buenos y sanos
algunos de ellos, pero otros, cuestionables y de valor dudoso – han ido
proliferando en los últimos tiempos.
El transcurso del tiempo, como siempre, se ha constituido en el
juez certero y justo, que ha sabido acordar a cada una de esas
innovaciones su dictamen, aprobatorio o desaprobatorio, según el caso.
No obstante, a pesar de que esto ha permitido a los que se habían
embarcado en proyectos o métodos cuestionables, caer en la cuenta de
su error, el perjuicio ocasionado ha sido considerable. No sólo se han
perdido preciosos meses, y a veces años, en empresas estériles, sino
que, en muchos casos, han quedado las secuelas dolorosas del
desengaño, la desorientación y la pérdida de visión y del deseo de seguir
sirviendo al Señor con entusiasmo y fervor.
En este libro, no se entra en polémicas buscando rebatir o refutar
nuevas tendencias cuestionables. En cambio, dejando totalmente de lado
el terreno de la polémica, se busca presentar las bases, los principios y
los parámetros que se nos dan en la palabra de Dios, las Sagradas
Escrituras.
Así, la forma en que estos aparecen en la iglesia primitiva en el
relato de Los Hechos, tanto en la de judíos con asiento en Jerusalén,
como en la de gentiles en Antioquía de Siria, se va desgranando de
manera sencilla y clara.
Lo mismo se hace a nivel individual, con las figuras de Bernabé
y Pablo, como varones ejemplares, escogidos por el Señor juntamente
con muchos otros, y también con los tres viajes misioneros del apóstol
Pablo. Los mismos, para todo hijo de Dios y siervo del Señor, deben
seguir en pie como normativos para la iglesia y el ministerio de todos
los tiempos, aun aceptando los cambios circunstanciales, culturales y de
otra índole, impuestos por la evolución de la civilización a través de los
siglos.
Se concluye con una consideración detallada y en profundidad de
las dos grandes oraciones de Pablo en los capítulos 1 y 3 de Efesios. La
misma ha de presentar a cada lector un fuerte y sano desafío a
remontarse a niveles más elevados en su vida y relación con el Señor.
Junto con este desafío, el saldo final para quienes lean con avidez
y buena disposición, ha de ser el poder distinguir con mayor claridad las
fuentes prístinas que Dios ha puesto en las Escrituras para nuestra
instrucción y guía, con el consiguiente provecho y beneficio que es
dable imaginar.