SAMUEL EL GRAN RESTAURADOR

Quinta parte

 

Continuamos ahora donde dejamos al finalizar la cuarta parte, es decir, el arrepentimiento de Israel y su retorno al Señor bajo la dirección de Samuel.  Citamos ahora 1ª. Samuel 7: 6:-

“…y dijeron allí: Contra Jehová hemos pecado.”

En la verdadera búsqueda de la recuperación, siempre se debe llegar al reconocimiento abierto, franco y sincero, de la culpa propia, sin argumentos ni excusas ni atenuantes, y sin señalar de ningún modo la culpa que pudieran tener los demás.

Así las cosas, los filisteos, enterados de que todo Israel estaba reunido en Mizpa, se levantan otra vez contra el pueblo de Dios. Pero esta vez las cosas están sobre una base totalmente distinta, y en vez de la nueva victoria con que seguramente contaban, se han de encontrar con una rotunda derrota.

 

“No dejes de clamar a nuestro Dios por nosotros, para que nos libre de la mano de los filisteos.” (versículo 8)

Aquí vemos una actitud completamente despojada de confianza en sí mismos, y que se apoya totalmente en Dios y la oración de Su siervo. Esto no es sino el saludable efecto surtido por el escarmiento de las derrotas anteriores, motivadas por su idolatría e infidelidad. El castigo correctivo de Dios, si se lo enfrenta con una disposición correcta, siempre produce el fruto apetecible de una tierna mansedumbre, que va acompañada de una dependencia real del Señor en todas las cosas.

Pero notemos además que la exhortación de no cesar de orar por ellos la  dirigen a Samuel, sabedores muy bien de que por su vida íntegra, santa y ejemplar, habría de ser oído por el Señor.

“Y Samuel tomó un cordero de leche, y lo sacrificó entero en holocausto ante Jehová; y Samuel clamó a Jehová por Israel,  y Jehová le oyó.” (versículo 9)

Indudablemente inspirado desde lo alto, Samuel hizo aquí algo muy hermoso, y de cuyo profundo significado probablemente no estaba plenamente consciente al hacerlo.

Ese cordero de leche representaba en realidad su vida y su persona. Efectivamente, no bien destetado del pecho de su madre,  como un verdadero corderito de leche, había sido depositado en el templo del Señor en Silo, y de ahí en más, su vida toda comenzó a arder en el altar de la consagración absoluta, como una ofrenda encendida – un verdadero holocausto – de olor grato a Jehová.

No se trataba de ningún modo de presentar sus méritos para reclamar una respuesta en base a ellos,  sino antes bien de una expresión vívida, concisa y clara, de lo que Dios había hecho de forma soberana con él, y que lo comprometía al Señor a reconocerlo y contestar la oración que la acompañaba en forma total y sin demora.

También debemos añadir que en nuestras oraciones el Señor debe ver sobre el altar de nuestro  corazón la disposición de un cordero, absorbida del Cordero de Dios. Tristemente, a menudo y sin que nos demos cuenta, diríamos que lo que Él ve es algo así como una “cabra montés” o algo semejante o aun peor. La actitud o disposición que denota la mansedumbre del Cordero, es parte muy importante de lo que significa orar en el nombre de Cristo.

 

Mientras Samuel ofrecía el holocausto y los filisteos se acercaban para entrar en batalla contra Israel, el mismo Señor se encargó de tomar cartas en el asunto.

Debemos detenernos para acotar que en 1a. Samuel 2:1-10 Ana, la madre de Samuel, pronunció una preciosa e inspirada oración, que tiene alguna semejanza con el magnificat de la virgen María al visitar a Elisabet, después de haber recibido la anunciación de la concepción  y el nacimiento virginal del Mesías prometido desde siglos antes, y que se consigna en Lucas 1:46- 55. En la primera parte del versículo final de su oración, Ana afirmó: “Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios, y sobre ellos tronará desde los cielos.”

Fue una maravillosa predicción de lo que iba a pasar en la batalla contra los filisteos, tras haber ofrecido su hijo Samuel el holocausto del cordero de leche.

En efecto, el Señor hizo tronar con gran estruendo sobre los filisteos, de manera que la lucha bien pronto tomó un curso totalmente desfavorable para ellos.

Resulta deleitoso ver cómo el Señor puede utilizar a una madre virtuosa como Ana, en primer lugar para dar a luz, tras el quebranto de su alma y la oración que brotó de la misma, a un hijo tan noble y ejemplar, para tan gran bien del pueblo de Israel, Y en segundo término, para profetizar, inspirada por el Espíritu Santo, desde luego, lo que sería la gran carta de triunfo para Israel en el día de la batalla.

Madres, tomad ánimo, que Dios os puede hacer de muchísima más utilidad de lo que a veces pensáis, cuando la vida parece sin mayor sentido ni importancia, al estar cambiando pañales, limpiando, fregando y cocinando los siete días de la semana!

Recuerda la promesa de Éxodo 2:9:- “…llévate a este niño y críamelo, y yo te lo pagaré.” Y si esa promesa la iba a cumplir la hija del rey Faraón de Egipto, cuánto más nuestro Padre Celestial !

Continuando, qué diferencia grande hace el saber que Dios está de veras de nuestra parte, y nos está dando evidencias claras de ello, desbaratando Él mismo al enemigo y poniéndolo en retirada!

Éste es un punto muy importante en el proceso de la restauración: el ver que ahora las cosas siguen en una línea distinta. La falta de aprobación y apoyo de Dios que antes parecían condenar nuestras empresas e intentos al fracaso, ya no son más una triste constante. Por el contrario, empiezan a surgir nuevas y alentadoras señales en sentido opuesto, y esto, desde luego, constituye un fuerte estímulo para proseguir en la marcha ascendente.

 

“Y saliendo los hijos de Israel de Mizpa, siguieron a los filisteos, hiriéndolos hasta abajo de Bet-car.” (versículo 11)

No sólo se habían puesto a cuentas con Dios, sino también los unos con los otros, y desde este Mizpa de la unidad recobrada en las dos proyecciones – la vertical con el Señor y la horizontal con sus hermanos –  ahora pueden retomar el camino de la victoria sobre sus enemigos.

Todo esto, lo podemos ver traducido a la esfera espiritual de la experiencia cristiana.  Normalmente, no obstante, cuando ha habido un decaimiento profundo y crónico, no se cristaliza ni en un día ni en una semana. Por lo general, involucra un proceso más prolongado, pero si se persevera fielmente en él, con toda seguridad que se alcanzarán metas felices como la que acabamos de comentar, y otras más que todavía nos quedan por examinar. Y en el curso de ese proceso se habrán de aprender lecciones prácticas valiosas y muy enriquecedoras

 

“Así fueron sometidos los filisteos y no volvieron a entrar más en el territorio de Israel.” (versículo 11)

La opresión de los filisteos se termina, y ya no vuelven al territorio de Israel para subyugar, tiranizar, ni atemorizar al pueblo de Dios. La trompeta del jubileo, que proclama el fin de la esclavitud y el retorno a la plena posesión de la herencia que nos pertenece (Levítico  25: 10) ha sonado con toda claridad y estridencia!

Gloria sea al Señor!

Sobre esto último – la recuperación de la herencia que nos pertenece  – nos ocuparemos más adelante. Pero veamos, para ir concluyendo esta quinta parte, algo más sobre la figura de Samuel.

“…y la mano de Jehová estuvo contra los filisteos todos los días de Samuel.” (versículo 13b)

Era como decir que con sólo ver el Señor esa estampa noble y fiel de Su siervo amado, le bastaba para mantener en jaque y en retirada a esos enemigos acérrimos de Su pueblo. Mientras él estuviese ahí, nada podrían hacer contra Israel!

Aunque en el plano normal es algo muy relativo, se suele decir que “todos los caminos conducen a Roma.” En el terreno de las Escrituras hay una verdad, no igual, pero sí parecida. Y es que todos los grandes personajes y todas las verdades y principios importantes, de una forma u otra simbolizan a Cristo, y los lineamientos básicos de la vida espiritual en Él.

“Entonces dije: He aquí vengo; en el rollo del libro (es decir, en su totalidad) está escrito de mí.” (Salmo 40:7)

Su obra expiatoria perfecta consumada en el Calvario, Su victoria total y final sobre el imperio del pecado y todas las huestes satánicas, como así también Su presencia a la diestra de la Majestad en las alturas como Sumo Sacerdote Eterno, garantizan y nos aseguran todo el bien que nos pertenece como hijos de Dios. Y así, al volver a nuestro hogar y patrimonio, puestos totalmente a cuentas y restaurados a nuestro Bendito Padre Celestial, Su persona y Su autoridad indiscutible son prenda que confirma y corrobora nuestra libertad, victoria y bienestar para siempre.

Querido lector u oyente, que esto no quede en meras palabras o en un idealismo ilusorio que pronto se ha de disipar. Asimila cuidadosamente cada paso de lo que has leído u oído. Más aun – reléelo, y con la mayor atención y tierna dependencia del Espíritu Santo, ponte en resuelta marcha para alcanzar una completa restauración en tu vida. Como ya dijimos, al ver el Señor que de tu parte las cosas van bien en serio, comenzará Él también a obrar en serio en tu vida, y los que has estado leyendo u oyendo empezará a plasmarse en dichosa realidad para ti también.

Y nos tienta agregar, anticipándonos a lo que hemos de decir más adelante sobre el tema, que la Trompeta del Jubileo sonará para ti con claridad, potencia y estridencia, para proclamar que  vuelves a la plena posesión de tu bendita y gloriosa herencia en Cristo Jesús. Amén!

 

F I N