Peldaños del Discipulado – Capítulo 8 – Primera parte La laboriosidad y generosidad
Peldaños del Discipulado – Capítulo 8 – Primera parte
La laboriosidad y generosidad
En este capítulo añadimos un peldaño más a la escalera que estamos construyendo. Todos, absolutamente todos, tienen suma importancia, por no decir que son totalmente imprescindibles.
Reiteramos que el orden en que los vamos presentando, no necesariamente le da preferencia ni superioridad a uno sobre otro.
La laboriosidad.
Huelga decir que quien sea haragán o perezoso, nunca llegará a ser un buen discípulo, a no ser que se corrija y se convierta en una persona diligente y activa.
Como muchas veces se ha señalado, no encontramos en la Biblia ningún caso de uno llamado por el Señor a Su servicio, estando ocioso y de brazos cruzados.
La parábola del padre de familia que salió a contratar obreros para su viña (Ver Mateo 20:1-16) podría parecer a primera vista una excepción.
Sin embargo, si leemos con cuidado, notaremos que los obreros de la parábola estaban desocupadosporque nadie los había contratado, (versículo 7) pero al ofrecérseles trabajo todos aceptaron de buen grado.
En realidad, nuestra laboriosidad y diligencia en la labor cotidiana que nos toca, es un requisito indispensable para poder incorporarnos al discipulado con una buena base.
Sabemos, por experiencia, que el trabajo honrado y consecuente es algo que nos hace mucho bien, dándonos la dignidad mínima, pero muy deseable, de ganarnos el pan limpia y honestamente.
Por lo contrario, cuando uno no se lo gana, salvo razones especiales, como la incapacidad física o alguna otra, se cae en la indignidad de vivir en dependencia de algún otro para el sostén. Si eso se prolonga indefinidamente, las consecuencias a la larga serán muy negativas.
En el caso de la liberación y rehabilitación de drogadictos, esto es algo muy a tenerse en cuenta. A menudo se celebra que uno sea liberado al convertirse, y es lógico que así sea, pero ése es solamente el primer paso.
A veces hemos visto casos como esos, en que muy pronto después de convertirse, se les da lugar para que den su testimonio en reuniones de evangelismo al aire libre, etc.
Paralelamente a eso, aprenden a tocar la guitarra y van entonando canciones, y hasta liderando la alabanza, lo que les da un sentir de tener ya a esa temprana altura un ministerio especial, incluso con aspiraciones de pasar al servicio del Señor a tiempo completo.
Algo que debe comprenderse con toda claridad, es que antes que nada es imprescindible que se les restaure en el área de la capacidad y la voluntad de trabajar para su propio sostén, que es algo que la droga, en la mayoría de los casos, les quita a sus víctimas.
Y no sólo eso, sino que también sepan administrar correctamente el dinero ganado, venciendo de forma clara y muy concreta la tentación de gastarlo en drogas, cigarrillos, alcohol u otras cosas indebidas y viciosas.
Sin esto que llamamos la dignidad mínima de ganarse el pan
limpia y responsablemente, y administrar correctamente y con pleno domino propio el dinero percibido, nunca habrá una base sólida sobre la cual edificar.
Como una excepción especial e inusual, debemos citar casos de personas claramente llamadas por el Señor para Su servicio a una edad temprana.
Se da por sentado de que no se trata en absoluto de personas que hayan sido atrapadas en la droga, o vivido un pasado turbio y disoluto, sino que, por lo contrario, desde la niñez han tenido una trayectoria limpia y recta, humanamente hablando.
Llamados por el Señor al concluir sus estudios, darán muestras inequívocas de la legitimidad de su llamamiento, con una laboriosidad consciente y esmerada, que habrá de ser manifiesta a cuantos los conocen y rodean.
Por mi parte, le agradezco mucho al Señor que antes de pasar al ministerio a tiempo plena, tuve unos buenos años de madrugar para el trabajo para el sostén de mi familia. Y así, que nunca fuese necesario que mi esposa también saliese a trabajar, para así ganar más dinero, pero al alto precio de descuidar la crianza de nuestros hijos.
Casi todo lo dicho hasta ahora ha sido con relación al trabajo seglar para ganarse la vida, y la razón, claro está, es que sólo así habrá una base firme para la labor de un discípulo del Señor: si ha andado y anda con paso firme en ese terreno.
Lo reiteramos: quien aspire a ser un buen discípulo, pero su desempeño en la tarea cotidiana no ha sido satisfactorio, tendrá que corregirse primeramente en esto último – de otro modo sus aspiraciones nunca se verán bien cristalizadas.
Ahora bien, la verdadera laboriosidad de un discípulo no ha de entenderse como un activismo incesante, corriendo de aquí para allá para cumplir un gran número de tareas y compromisos.
Debemos recordar que a todos Dios nos ha hecho distintos, y Su propósito con unos no es el mismo que con otros. Así por ejemplo, de algunos que tengan un auténtico llamamiento a la oración e intercesión, no deberá esperarse lo mismo que de otros con vocación al evangelismo, a las visitas pastorales o a la enseñanza.
Lo importante y fundamental es que no se malgaste el tiempo, ni se desperdicien las oportunidades que se presentan, para llevar adelante la tarea que a cada uno le corresponde.
En este último sentido, el discipulador deberá ayudar al discípulo a descubrir su función y vocación, entre otras razones, para evitar derroche de tiempo y energías en labores a las cuales no ha sido llamado.
Esto es muy importante, y en el capítulo 12 – Cómo conocer su verdadero lugar y función – lo hemos de tratar con mayor amplitud.
El servicio del Señor presenta una gran variedad de matices en todos los aspectos, incluso el que nos ocupa de la laboriosidad.
Así tenemos, por ejemplo, días, semanas y aun etapas de mayor duración, con intenso trabajo en la disciplina del combate, y como solemos decir, uno debe seguir al pie del cañón.
No obstante, esto no debe darse como una constante ininterrumpida, pues nuestro organismo físico y emocional, y nuestro sistema nervioso no lo podría sobrellevar.
Y así el Señor, muy sabiamente dispone para nosotros tiempos de menor intensidad, de menos presión de labores, y también intervalos de descanso y aun de recreo – esto con el fin de refrescarnos y renovarnos.
En fin, que debemos reconocer que a cada uno Dios nos ha dado una función, una medida y un grado de salud y fuerzas que muy bien pueden ser distintas – mayores o menores que las de los demás – pero que constituyen, al final de cuentas, lo que el Señor en verdad nos ha dado a cada uno.
Extralimitándonos, queriendo hacer más de lo que corresponde, es un error contraproducente, como lo es también quedarnos cortos, y no cumplir con aquello a lo cual hemos sido llamados a hacer.
Ejemplos prácticos.-
Encolumnar cada uno de los siguientes ejemplos, identificándolo con su número correspondiente bajo el encabezamiento que considere más indicado de entre los siguientes.
INADMISIBLE ADMISIBLE DESACONSEJABLE ACONSEJABLE JUSTIFICADO ENCOMIABLE
1) Pasarse horas con el ordenador y así quedar agotado y sin fuerzas ni ganas para orar y estudiar la palabra.
2) Asistir puntualmente a las reuniones o a las clases, aun en caso de lluvia.
3) No asistir a una reunión de discipulado o de iglesia, o pedir que la primera se postergue o deje sin efecto, porque a esa hora su equipo favorito ha de jugar un partido muy importante.
4) Interrumpir el programa de trabajo por no sentirse “en la onda” o más bien desganado,
5) Cumplir cada compromiso de visita a un hermano o a un inconverso interesado, preparándose en oración y llegando con puntualidad.
6) Faltar a la clase por agotamiento físico y nervioso.
7) No llamar de antemano para pedir disculpas por no poder asistir.
8) Obsesionarse con el fútbol o cualquier deporte, hobby o pasatiempo, al punto que se va a la ocupación propia de un discípulo con prisa, y con la mente llena de lo que ha estado haciendo o mirando.
9) No asistir a la clase de discipulado, por malestar debido a una corrección que le hizo el discipulador en la clase anterior.
10) Visitar a un enlutado y quedarse con él un buen rato para consolarlo.
11) Estudiar superficialmente y con prisa los temas de la última clase.
12) Dedicarse a estudiar escatología a fondo, para poder rebatir a condiscípulos que sustentan posturas que considera equivocadas.
13) Estudiar escatología con moderación, al solo fin de alcanzar conclusiones satisfactorias, y sin buscar entrar en polémicas con nadie.
14) Anotar cuidadosamente en su agenda cada compromiso contraído, con el fin de cumplir debidamente siempre, y de cerciorarse de que esté trabajando lo suficiente, y no dejando huecos grandes y prolongados.
15) Visitar a personas cuya compañía le resulta simpática y amena, desatendiendo a otras más necesitadas, por ser menos interesantes y algo aburridas.
16) Prometer visitar a alguien a una hora determinada, pero, llegada la hora, olvidarse por completo.
17) Hacer varias visitas una misma tarde, pero todas ellas breves, con el fin de “sumar puntos” en el informe de actividades.
18) Quedarse prolongadamente con una persona deseosa de conocer al Señor, aunque se llegue tarde a cenar.
19) Llamar de antemano para disculparse porque no va a poder hacer una visita previamente programada, sin dar razones ni ofrecer otra fecha oportuna.
20) Ocuparse preferentemente de compromisos o visitas a personas o iglesias que piensa que le van a hacer una retribución económica.
21) Preferir visitar a una persona necesitada y deseosa de recibir consejo y consuelo, aunque sepa que no podrá percibir ninguna compensación, por tratarse de alguien con muy escasos medios económicos.
22) Orar con diligencia por cada persona visitada, ya sea para que se convierta, se recupere de salud, sea restaurada o bien consolada o animada.
23) Trazarse un plan de trabajos muy intenso, pero que le hará desatender a su hogar, esposa e hijos.
24) Leer y estudiar minuciosamente todos los libros recomendados sobre cada tema, por ser muy dado a la lectura, pero al precio de no cumplir varias tareas prácticas que le corresponden.
25) Ser una “Marta” que está tan absorbida por los quehaceres domésticos, que descuida las cosas de valor eterno.
26) Darse con mucho empeño a la oración y al estudio de la palabra, pero sin desatender sus ocupaciones diarias.
27) Darse con mucho empeño a la oración y al estudio de la palabra, pero dejando sin cumplir algunas de sus obligaciones como padre, madre, hijo, enfermero, estudiante o lo que fuere.
28) Siempre tener lista una excusa o disculpa por haber llegado tarde, y no haber cumplido las tareas que le corresponden
29) Negarse a hacer una visita a alguien que la necesita con urgencia, por haber cumplido ya el cupo asignado, o bien por estar a punto de comenzar un programa de televisión que le resulta muy interesante.
30) Buscar siempre la guía del Señor para cada día, y la gracia de Espíritu para cumplir cada labor con amor y la mayor dedicación.
Como se hace muy extenso, interrumpimos aquí para continuar en la segunda parte.
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