(Descargar) Estimado lector, el libro que usted tiene en sus manos es de mucho valor, pues es el fruto de la obra del Espíritu Santo en la vida de su siervo, y expresa su vivencia personal y su ministerio a lo largo de los años en diferentes lugares y a diferentes creyentes.
No se trata de un libro superficial, sensacionalista, ni del estilo de muchos que proliferan hoy en día. Se trata de un libro de enseñanza sólida, lleno de verdad y principios espirituales centrales y bíblicos, necesarios para todo cristiano y siervo de Dios que pretenda glorificar al Señor y servirle en estos tiempos tan difíciles y peligrosos que nos ha tocado vivir.
Conozco al autor desde hace varias décadas. Hemos viajado, llorado, reído y también ministrado juntos y puedo asegurarle que su vida y su predicación forman una total armonía con lo escrito en el libro.
En estos tiempos de tanta superficialidad, y en muchos casos de un cristianismo triunfalista pero carente de bases estables y de contenido bíblico, me parece sumamente oportuno y como “anillo al dedo” el contenido del presente libro. Tengo la convicción que las verdades aquí escritas podrán colaborar en la formación de la nueva generación de creyentes, que en muchos casos adolece de carácter y un firme fundamento en las Escrituras. Estimo muy acertado que el autor establezca una plataforma fundamental en su libro hablando sobre el arrepentimiento en forma tan clara, bíblica y exacta.
Desgraciadamente muchas veces encontramos cristianos, y aun servidores de Dios, que
poco o nada saben del arrepentimiento bíblico y por consiguiente no lo practican; aunque,
por otro lado, tal vez haya cierta responsabilidad en aquéllos que teniendo el sagrado deber
de predicar el Evangelio y la Palabra de Dios, tantas veces evitan hacerlo con claridad y
rigor por diferentes razones, pero ninguna de ellas justificable.
De igual valor y acierto considero el capítulo III, ya que en nuestros días sufrimos cierta
proliferación de casos en los que se pretende hablar en nombre de Dios, pero sin respeto a
los principios bíblicos que rigen la profecía y a los profetas. Pareciera que nos cuesta
aprender de la historia, que en este apartado está llena de desastres, heridas y aun
barbaridades hechas en nombre de Dios, o porque “lo dijo el Señor…” Espero que sirva la
enseñanza de ese capítulo para centrarnos, y establecer la medida bíblica y justa de la
profecía en la vida de la iglesia y la obra del Señor.
Los capítulos IV hasta el XI establecen el cuerpo central del libro. Allí encontramos
principios verdaderos, sanos e imprescindibles para todo aquél que pretenda ser discípulo al
estilo del Nuevo Testamento. Aconsejo al lector que lea, medite, ore e incorpore por la
gracia y el poder del Espíritu Santo las verdades ahí expuestas, a la vida personal así como a
su hogar y también al servicio que pueda estar desarrollando en el Cuerpo de Cristo. Del
mismo modo recomiendo a los pastores y demás ministerios involucrados en la enseñanza y
en el discipulado, que enseñen estas verdades a los nuevos convertidos, y a la vez sean
recordadas a los que llevan más tiempo en el Camino.
Verdades tales como el corazón limpio, la circuncisión, la sangre del Nuevo Pacto, etc.
son absolutamente estructurales para la vida y el ministerio cristiano. No debemos conformarnos con el conocimiento teórico de las mismas, sino que han de ser encarnadas e
incorporadas a la vida, por medio de la gracia y el ministerio del Espíritu Santo.
Con igual acierto, sensibilidad y firmeza acomete el autor el resto de los capítulos, hasta
cerrar con ese toque final del amor eterno, aquél que nunca deja de ser, y que siempre debe
presidir nuestras vidas y servicio. De mucha utilidad puede ser la aplicación de lo expresado
en cuanto al tratamiento de las ataduras, heridas y demás secuelas derivadas del contacto
con el ocultismo. En una sociedad cautiva por su entrega al pecado y su inclinación al
ocultismo en sus diferentes manifestaciones, podemos proclamar que por la sangre del
Cordero y el poder del Espíritu Santo, hay posibilidades reales de sanidad, liberación y
restauración. ¡Gloria al Nombre de Jesús!
Para finalizar este prefacio, quisiera expresar mis palabras de gratitud al Señor por la
vida de su siervo, y también por este libro, que en muchos aspectos representa el
aprendizaje y los tratos de Dios de toda una vida.
Conceda Dios que allí donde el autor no ha podido llegar en forma física, pueda hacerlo
a través del presente libro.
Sevilla, l7 de Setiembre 2000.-

José Luis García Taboada