El amor de Cristo (2a. Corintios 5: 14 y 15) nos constriñe de tal manera que nos crea la obligatoriedad moral de vivir no ya para nosotros mismos, sino para Aquél que murió y resucitó por nosotros.

Todos debemos comparecer ante el Tribunal de Cristo para rendir cuenta de nuestras vidas y todo lo hecho, sea bueno o sea malo.(2a. Corintios 5:10)

Para aquellos que opten por vivir una vida egoísta, carnal y en busca sólo del beneficio propio, está la clara advertencia de Lucas 12: 47-48. Se concluye con una vívida descripción de los Recintos delos Azotes. como una saludable advertencia para quienes no se sientan constreñidos por el amor de Cristo.