Del Antiguo al Nuevo
Capítulo  6 – Primera parte
Juan  Bautista mayor  que todos sus antecesores
 “De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista, pero el menor en el reino de los cielos, mayor es que él.” (Mateo 11:11)
Esta doble declaración de Jesús no  deja de ser sorprendente, pues va contra todas las apariencias y lo que a primera vista parece lógico.
Tomemos la primera parte. Nos está diciendo que de Juan el Bautista ninguno de sus predecesores ha sido mayor que él, lo que lo coloca en un plano no de mera igualdad, sino de superioridad sobre todos ellos.
¿Mayor que Moisés?
De él se dijo al final de su carrera:
“Y nunca más se levanto profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara; nadie como él en todas las señales y prodigios que le envió a hacer en tierra de Egipto, a Faraón y a todos sus siervos y a toda su tierra, y en el gran poder y con los hechos grandiosos y terribles que hizo Moisés a la vista de todo Israel.” (Deuteronomio 34: 10-12)
En comparación con él, Juan Bautista no hizo ninguna señal y su ministerio fue mucho más breve, brevísimo en realidad.
¿Mayor que David?
Aparte de las muchas batallas y guerras que ganó, en sus preciosos e inspirados salmos nos ha dejado un legado riquísimo – un verdadero y extenso tesoro.
Contrastado con esto, las palabras y sentencias que nos han quedado de Juan Bautista, aunque certeras y valiosas, no han sido muchas por cierto.
¿Mayor que Daniel?
Amén de su grandiosa experiencia en el foso de los leones, su figura gigantesca se proyecta con singular aplomo y autoridad ante emperadores ilustres y famosos, como Nabucodonosor, Belsasar, Darío y Ciro, extendiéndose su trayectoria por muchas décadas.
En contraste con todo esto, Juan Bautista sólo alternó con el muy poco ilustre Herodes, bien que lo hizo con valentía, la cual le costó ser encarcelado y finalmente decapitado, como ya hemos visto.
¿Mayor que Abraham?
Además de ser el padre del pueblo escogido por Dios, en la cima del Monte Moriah ofrendó a su hijo amado Isaac en esa memorable ocasión, de la que resultó pasar él a ser el depositario de la gran promesa y juramento de bendición para él y toda su posteridad, tanto carnal como espiritual.
En contraste con eso, Juan Bautista no tuvo sino un reconocimiento breve y efímero del pueblo de Israel, y todo indica que no tuvo hijos propios en la carne, y además, al aparecer Jesús en escena, muchos de los discípulos que tenía le dejaron para ir en pos del Maestro, quedando al final con muy pocos.
¿Mayor que Josué?
Como verdadero titán en el campo de batalla, venció a cuanto enemigo se levantó contra él, y merced a su obediencia íntegra y absoluta pudieron cumplirse la totalidad de las promesas que el Señor había hecho a Su pueblo.
 “ …reconoced, pues, con todo vuestro corazón y toda vuestra alma, que no ha faltado una palabra de todas las buenas palabras que Jehová había dicho de vosotros; todas os han acontecido, no ha faltado ninguna de ellas.” (Josué 23:14)
Ante semejante coloso, los ojos naturales sólo pueden ver en Juan Bautista a uno muy pequeño, y con una carrera algo opaca que desemboca en un triste fin.
¿Mayor que Enoc?
Engendró al hombre de la mayo longevidad de la historia, Matusalén, y caminó con Dios y le agradó de tal manera que desapareció, llevado a Su presencia por el Señor, quizá como una prenda o anticipo de los santos que serán arrebatados sin veer la muerte, al venir Jesucristo por segunda vez.
Ante tamaño héroe, Juan Bautista parece tener tan poco que ostentar en su haber!
¿Mayor que Elías?
En la inolvidable ocasión en el Monte Carmelo, enfrentó él solo a los profetas de Baal, y el Señor lo engrandeció a los ojos de todos, al hacer descender fuego del cielo sobre el sacrificio que  ofreció.
Como si ello fuera poco, aun cuando huyendo por su vida, emprendió la épica marcha por cuarenta días desde el desierto al Sur de Beerseba hasta Horeb, el Monte de Dios.
Y allí, tras las portentosas manifestaciones del poderoso viento, el terremoto y el fuego, pudo oír el  silbo apacible de la voz divina, con las repercusiones históricas de los tres personajes que debía ungir, a saber Hazael, rey de Siria, Jehú como rey de Israel y Eliseo como profeta  de Israel y sucesor suyo.
Cuán poco encontramos en el haber de Juan Bautista que pueda ni remotamente equipararse con todo esto !
¿Mayor que Eliseo?
Con la doble porción del espíritu de Elías que tuvo la osadía de pedir, y que de hecho recibió, hizo milagro tras milagro en su larga trayectoria, que no supo de desmayos ni claudicaciones, y que se extendió a una edad que estimamos que alcanzó, a grosso modo, cerca de un siglo entero, o quizá un poco más.
En contraste con esto, cuán fugaz fue la carrera de Juan Bautista, que como ya vimos, no se le concedió que hiciera ni una sola señal!
Interrumpimos aquí para continuar en la segunda parte.
FIN