Peldaños. # Cap. 14 # Celoso por su testimonio
Peldaños.- Cap. 14,
Celoso por su testimonio
“Lo que eres y lo que haces. me habla tan fuerte, que no
oigo lo que me dices.”
Éste es un dicho que no se oye con mucha frecuencia, pero
que, sin embargo, de una forma sumamente práctica, nos
señala la tremenda importancia de nuestra vida en sí, y en
nuestra conducta ante los demás.
Un hermano en el Señor hospedaba, juntamente con su
esposa, a un siervo bastante mayor y veterano. Ambos
esperaban que este último les hablase largo y tendido de cosas
interesantes del ministerio, contándole muchos testimonios y
dándole una buena dosis de consejos.
Sin embargo, bien pronto advirtieron que no era una persona
locuaz, con tendencia de quedarse en largas tertulias, hasta
horas avanzadas. En cambio, sí notó que pasaba buena parte
del tiempo recogido en su habitación, y bien pronto se dieron
cuenta de que lo que hacía: era orar y orar.
Por otra parte, a la mesa y en otras ocasiones, sin ser
demasiado parco, como ya dijimos, no era locuaz por cierto.
Eso sí, lo poco que hablaba, tenía peso y sustancia, y no había
nada que, de forma alguna, resultase vulgar y de mal gusto.
Después de varios días de tenerlo en su casa, el matrimonio
testimonió que el Señor les había hablado mucho a través de
él, pero no de la forma en que esperaban.
Fue más que todo, sin palabras, sobre todo, ese estar delante
de Dios, que era, significativamente, una de las facetas en que
ellos sabían que su vida dejaba mucho que desear.
Como en todos los demás aspectos, en éste del testimonio de
la vida de uno y su conducta, Jesús es nuestro modelo,
perfecto y admirable.
Con el más alto respeto y reverencia, presentamos una
suposición, con el único fin de subrayar lo antedicho por la vía
del contraste.
Imaginemos que en alguno de los cuatro evangelios, se
consignase que en una oportunidad el Señor Jesús, lleno de
rabia, agredió a alguien a puñetazos, o bien que festejó con
una risa aprobatoria un chiste sucio, o se burló de alguno,
guiñandole el ojo, al mismo tiempo al que tenía a su lado para
festejarlo; o bien que dijo algo fuera de lugar y tuvo que
disculparse, o que por no quedar mal con los demás, dijo una
media mentira, o que anduvo pidiendo dinero prestado y no lo
devolvió, o que se pasase largos ratos hablando a los demás de
Sus grandes logros y virtudes, a fin de realzar Su imagen, etc.
¿Verdad que esto nos haría sentir defraudados, y nos
resultaría difícil amarle y servirle con la misma admiración y
santa devoción con que lo hacemos?
Pero, bendito sea Dios, nada de eso se vio ni oyó en Su vida
ejemplar. En todos los aspecto imaginables, fue un dechado de
corrección, sabiduría, limpieza, sobriedad, valentía y dominio
propio.
Y es eso lo que, tanto en Su vida terrenal de aquel entonces,
como en el día de hoy, le dio y le sigue dando a toda Su prédica
y enseñanza un peso convincente y contundente. Y Sus
palabras llegan, hablan, bendicen y vivifican con la
gravitación sin igual que le dan, traídas por el Espíritu Santo,
Su vida y conducta, impecables e intachables por donde se las
mire.
También tenemos el ejemplo del apóstol Pablo, que por algo,
también nos ha sido puesto por ejemplo y modelo a todos los
que habíamos de creer. (1a. Timoteo 1:16)
En sus escritos tenemos muestras reiteradas de la forma en
que se esmeraba, para que su conducta no diese nunca ocasión
de tropiezo. o de censura fundada.
Aquí van tres citas en ese sentido.
“…por la manifestación de la verdad, recomendándonos a
toda conciencia humana delante de Dios.” (2a. Corintios 4:2)
“Por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa
delante de Dios y de los hombres.” Los Hechos 24:16.
“Procurando hacer las cosas honradamente, no sólo delante
del Señor, sino también delante de los hombres.” 2a. Corintios
8:21.
Esta última la debemos la comentar de manera particular. El
contexto en que Pablo la pone es la ocasión del envío de una
importante ofrenda monetaria de las iglesias de los gentiles,
para los pobres que había en ese entonces entre los santos en
Jerusalén. (Romanos 15:26)
Si la hubiese llevado él solo, o acompañado solamente por
Tito, su hijo en la fe y muy allegado a su persona, nadie que los
conocía bien pensaría, ni remotamente, que podrían darle a
esa ofrenda un uso indebido, o haberla apropiado para sí
mismos. Y Dios, que todo lo ve, sabría por cierto que habrían
obrado con absoluta honestidad.
No obstante, enseñado por el Espíritu Santo, él sabía que no
había que dar lugar a cualquier persona o grupo suspicaces,
que podrían haber buscado la ocasión propicia para hacer un
comentario más o menos como éste:
“Este Pablo, tan sincero que nos hacía creer que era,… y tanto
hablarnos de Dios y el amor, … y al final de cuentas se marchó
con un dineral, diciendo que era para otros, y ¿quién sabe lo
que hizo? Seguramente que se lo guardó sin decir nada a nadie.
Evitando que nadie los pudiese censurar, se encargó bien de
hacerse acompañar por hermanos de absoluta confianza –
“mensajeros de las iglesias y gloria de Cristo.”
Así, cualquier calumnia de mal pensados podía ser refutada
por esos acompañantes, como testigos fieles de que se había
dado su destino debido al dinero de la ofrenda.
El mismo principio se puede y se debe aplicar a otras
situaciones análogas.
Por ejemplo, que un discípulo (varón ) visite a una mujer no
estando su marido en casa, bien puede responder a fines
irreprochables, como alentarla en la fe, orar con ella, etc.
Pero, por supuesto, para los vecinos eso se prestaría a una
mala interpretación, y aun el mismo marido podría sentirse
sumamente sensible a que viniera cuando él no estaba
presente.
En casos semejantes, lo mejor será hacer la visita
acompañado de la esposa, o si es soltero, de una hermana de
absoluta confianza, o mejor aun, haciéndola cuando el marido
está en casa.
Desde luego que hay muchas otras formas en que el discípulo
consciente, deberá tener cuidado de no dar un mal ejemplo, o
comportarse de forma que dé lugar a dudas por causas
justificadas.
Siempre con el ánimo de dar a nuestro escrito un cariz bien
práctico, enumeramos algunas de esas formas.
Cuidar de no olvidarse de devolver el cambio cuando se le ha
encomendado a uno hacer una compra o un pago, dándosele
una cifra redonda, superior al importe de la compra o el pago.
(Por ejemplo, le dieron 200 euros para el pago de algo de
198.15 – devolver el cambio de 1,85 sin demora)
El autor recuerda el buen consejo de su padre cuando tenía
17 años, y comenzó su primer trabajo en la oficina de la
Sociedad de Beneficencia Británica y Norte Americana, en
Buenos Aires, República Argentina.
“No te olvides de dar el cambio, ni bien regreses de hacer un
pago, o se pensarán que te estás queriendo guardártelo.”
Aquí van otros consejos:
Evitar todo chisme o broma de mal gusto.
No excederse en la comida ni en la bebida, especialmente
cuando uno ha sido invitado a comer con otros.
No acaparar la conversación a la mesa, sino dejar hablar
también los demás.
No hablar continuamente de uno mismo y sus logros, ya sea
materiales o espirituales.
Ser muy claro en el saludo u ósculo santo con el sexo opuesto,
ni dar lugar a nada que vaya más allá (caricias y abrazos, y
mucho menos, manoseos de ninguna índole.)
No citar versículos de las Escrituras de forma risueña o
jocosa.
Evitar enredarse en chismes o críticas de personas ausentes.
Y claro está, guardarse bien de no mirar películas sucias, de
crimen, terror u ocultismo, o programas mundanos, pues esto
no sólo dañaría la comunión con el Señor, sino que sería de
muy mal ejemplo para otros.
Tal como en la carta apostólica dirigida a las iglesias gentiles
en Los Hechos 15:29b, finalizamos esta parte diciendo: “…de
las cuales cosas si os guardareis, bien haréis.” Los Hechos 15:29.
Terminamos con las palabras de una canción que encaja muy
bien con todo esto, y condensa lo que ha de ser siempre el
deseo de todo buen discípulo.
“Sea en mí Tu voluntad,
Y la vida de Jesús,
More en este corazón que yo te di,
Y que en todo mi vivir,
yo te satisfaga a Ti,
Abba Padre, hazme un hijo de verdad.
Preguntas
1¿Piensa Usted que todas las recomendaciones son correctas
y dignas de tenerse en cuenta? ¿o cree que algunas son
demasiado estrictas?
En este último caso especifique cuáles, y dé sus razones.
2) ¿Puede Usted identificar puntos concretos en que su
testimonio deja que desear? En caso afirmativo, solo o con la
ayuda de su discipulador, plantéese la forma de superarlos a la
brevedad.
3) ¿Qué entiende Usted por “En caso de duda, debemos darle
al Señor el beneficio de la duda?”
Si no lo comprende, pregúnteselo a su discipulador.
Oración.-
Padre Celestial, me doy cuenta de la gran responsabilidad
que representa para mí, de alguna manera, aunque en medida
muy pequeña, ser un representante Tuyo, como hijo Tuyo aquí
en la tierra.
En los casos en que no estuviese seguro de que algo que
pudiera hacer, fuese o no fuese de Tu agrado, dame la firmeza
de no hacerlo, para evitar así todo riesgo de desagradarte.
Comprendo con toda claridad, y más que nunca antes, que
debo vivir delante de Ti cada día, modelando mi vida, por la
gracia del Espíritu Santo, según el diseño perfecto que nos has
dado en la persona de Tu Hijo amado, el Señor Jesús.
Mi anhelo profundo es que Él pueda vivir en mí, y amar,
hablar y bendecir a otros a través mío. Concédemelo por Tu
gracia de manera progresiva cada día. Y con mucha gratitud
me cuidaré de seguir sintiéndome muy pequeño, y darte la
gloria a Ti, y sólo a Ti. AMÉN.
F I N