Capítulo 17
Quitando las íes y agregando las haches
“Desechar lo mal y escoger lo bueno (Isaías 7:15-16)
Somos plenamente conscientes de que la vida cristiana es algo multifacético y de una gran variedad de gamas y matices, y de aspectos muy distintos.
No obstante, si hubiéramos de resumir en pocas palabras y de la forma más condensada posible, lo que consideramos el alma o la esencia de la misma, diríamos lo siguiente: se trata de quitar lo viejo, terrenal y carnal, y en vez implantar lo nuevo, espiritual y celestial
En las diversas y nutridas exhortaciones que Pablo da a las iglesias en sus epístolas, esto surge con toda claridad una y otra vez.
Veamos algunos ejemplos:-
“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Por lo cual hablad verdad cada uno con su prójimo…”
Efesios 4: 22-25.
“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.” Efesios 4:29.
“Huye también de las pasiones juveniles, y sigue a la justicia, la fe, la fe, el amor y la paz con los que de corazón limpio invocan al Señor.” 2a. Timoteo 2:22.
“Pero ahora, dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre, con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó, se va renovando hasta el conocimiento pleno.”
“Vestíos pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad y humildad, de mansedumbre, de paciencia…” Colosenses 3: 8-10 y 12.
Desde luego que la misma tónica se encuentra en el sermón del monte, y en toda la prédica del Señor Jesús, y desde luego, también en el contenido de todas las epístolas del Nuevo Testamento.
Quizá como una especulación ocurrente de nuestra parte, y no del todo de acuerdo con el gusto o la preferencia de algunos, pero sí como algo que en el fondo concuerda totalmente con la realidad y la verdad bíblica, presentamos una representación simbólica de este principio doble de quitar lo viejo e implantar lo nuevo.
La misma se encuentra en el cambio de los nombres de Sarai y Abram que hizo el Señor al corroborar y ampliar el pacto en el capítulo 17 del Génesis.
En efecto, al cambiarle el nombre a Sarai y dejarlo en Sara, Dios sencillamente quitó la í. Al cambiárselo a Abram agregó una hache.
Y de eso se trata: de quitar las íes y añadir las haches, tal como consta en el título del capítulo.
Muchas son las íes que hay que quitar!
Incapaz, impío, irresponsable, infiel, incrédulo, inepto, insensible, inútil, iracundo, infructífero, inconsecuente, indiferente, ingrato, etc. etc.
Y muchas también las haches que hay que agregar!
Honradez, honestidad, hechura nueva en Cristo, humildad, honor, honorabilidad, hombría perfecta en Cristo Jesús, hábitos limpios y buenos, hablar habitual del bien, hermandad, hambre y sed de justicia y del Dios vivo, el hálito de la inspiración divina, la heredad de un verdadero hijo de Dios, hidalgo, hidalguía,etc. etc.

Como hijos de Abram e hijos de Sara (1a. Pedro 3:6) estamos destinados al trato personal de nuestro Padre Celestial a través del Espíritu Santo.
En el mismo, y con nuestra estrecha y consciente colaboración, hemos de verle quitar una a una las cosas negativas que proceden de nuestra carne o ego, para añadir a cambio las que vienen del Espíritu, y nos hacen paulatinamente asemejar más y más a nuestro modelo perfecto, el Señor Jesús.
F I N