Esdras y Nehemías – Dos varones de verdad, unidos en la misma gran causa común – Tercera parte
Esdras y Nehemías – dos varones de verdad
Tercera parte
“De todo y para todos”
El contenido del libro de Nehemías que vamos a considerar ahora, es tan rico y variado, que nos ha movido a darle a esta parte el subtítulo que la encabeza. Hay tanta variedad y abundancia, que todos podemos beneficiarnos de un estudio cuidadoso de lo mucho, muchísimo que nos presenta.
Antes de que comenzase la reedificación del muro, no bien llegado Nehemías, se nos señalan dos cosas que iban a marcar el rumbo de lo que iba a suceder
1) “Vine luego a los gobernadores del otro lado del río y les di las cartas del rey.” (2:9)
2) “Pero oyéndolo Sanbalat horonita y Tobías el siervo amonita, les disgustó en extremo que viniese alguno para procurar el bien de los hijos de Israel.” (2:10)
La primera nos habla del respaldo y la autoridad del rey Artajerjes, derivada por cierto de otro rey mucho mayor – el Eterno Jehová – por el cual Nehemías venía comisionado para esta obra.
La segunda puntualiza la oposición malvada y persistente de dos hombres, que, acompañados por un tercero, Gesem el árabe, iban a poner de manifiesto su odio al pueblo de Dios, haciendo uso de toda suerte de estratagemas y engaños para atemorizarlo e impedir la reedificación.
Por supuesto que esto nos habla con mucha claridad de la endiablada oposición del enemigo declarado de nuestras almas, toda vez que por designio divino se emprende una labor de salvación o restauración, la cual tendrá como fin recuperar el terreno y bienes espirituales, morales y aun materiales que nos había robado.
Aunque no hay confirmación expresa en ese sentido, es posible que estos tres hombres, Sanbalat, Tobías y Gesem, hayan sido los que incitaron a los pueblos extraños y circunvecinos a demoler el muro y quemar las puertas a fuego.
Ahora que esa importante ventaja se había logrado contra Israel, veían con muy malos ojos que comenzase la obra de reconstrucción. Por eso se levantan como cabecillas de una empecinada y maliciosa oposición, que iba a procurar frustrarla por todos los medios a su alcance.
Esto desencadenó una lucha sin cuartel que iba a arrancar de Nehemías, el copero del rey, todo un caudal de sabiduría, valentía, lucidez mental, autoridad y claridad de visión, para probarse como un líder estupendo. Como tal, fue capaz de capear todos los temporales y llevar al pueblo de Dios a terminar con éxito la restauración del muro.
Al ponerse en marcha la obra, la primera reacción vino en tonos de burla y desprecio:
“¿Qué es esto que hacéis vosotros? ¿Os rebeláis contra el rey? (2:19) cuando sabían muy bien que lo hacían con la autoridad y pleno apoyo del rey.
La respuesta de Nehemías los dejó sin ninguna duda de la talla del hombre que era. Sin vacilación, y con términos categóricos y tono muy firme, les contestó:
“El Dios de los cielos, él nos prosperará y nosotros sus siervos nos levantaremos y edificaremos, porque vosotros no tenéis parte, ni memoria ni derecho en Jerusalén.” (2:20)
Fe. claridad y firmeza, que le permiten, con el apoyo de lo alto, dominar la situación y no ceder un ápice ante sus enemigos.
El capítulo tercero nos da un cuadro de la distribución de las tareas de reconstrucción. Vemos el orden en que la obra fue acometida, con un reparto de los diversos tramos, empezando desde la puerta de las Ovejas y siguiendo todo el recorrido alrededor de la ciudad hasta llegar a la puerta del Juicio y la sala de la esquina, y desde allí hasta la puerta de las Ovejas para completar el circuito.
¿Cómo se dispuso este reparto?¿Por directivas de Nehemías y sus colaboradores inmediatos, o por elección espontánea de cada uno según sus posibilidades, lugar de residencia y función de trabajo?
La verdad es que no lo podemos determinar a ciencia cierta. Es posible que en algunos casos haya sido lo primero y en otros lo segundo. Lo cierto es que con la sola excepción de los grandes – o nobles, según otras versiones – de Tecoa (cap, 3:5) – todos trabajaron arduamente y otra vez se verificó la promesa del Salmo 110:3:-
“Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder.”
El día y la hora de Dios para reconstruir el muro sin duda habían llegado, y aparte de todas las otras muestras muy visibles de ello, nos encontramos con la muy grata de un pueblo que trabaja con unidad y propósito, cada uno en el lugar que le corresponde.
Este pueblo incluía sacerdotes, levitas, gobernadores de distintas regiones circunvecinas, plateros, comerciantes, los nethinim, es decir los sirvientes del templo, y en un caso digno de mención especial, las mismas hijas del gobernador de la mitad de la región de Jerusalén. (3:12)
Tenemos así un hermoso cuadro de hombres y mujeres de distintas ocupaciones, y aun de rangos sociales diferentes, prodigándose con ahínco en la importante tarea de la hora.
Algunos puntos adicionales de interés son:
1) El caso muy digno de Baruc, hijo de Zabai, que restauró con todo fervor, volcando la máxima energía y vigor en la tarea, dando así un honroso ejemplo a todos los de,más. (3:20)
2) La repetición reiterada de las cerraduras y cerrojos al consignarse el levantamiento de las puertas. (3: 3, 6, 13, 14 y 15) Llegado el momento, es indispensable cerrar y asegurar bien las puertas para evitar la infiltración del enemigo!
3) La reparación personal que tuvieron que hacer algunos “cerca de su casa”, “enfrente de su casa” y “enfrente de su cámara” (3:2, 28, 29 y 30) Es otra señal de que la parte colectiva o conjunta debe ir acompañada de la individual, si se ha de lograr un resultado sólido y plenamente satisfactorio.
Al ve que la restauración iba en serio y cobraba un fuerte impulso, Sanbalat, el cabecilla de la oposición se enfureció y pasó a oponerse de forma franca y continua, recurriendo a la burla, el menos precio y toda clase de ardides para intimidar al pueblo judío y tratar de frustrar y detener la obra. Su secuaz Tobías el amonita, apoyándolo a su lado dijo con toda malicia:
“…lo que ellos edifican del muro de piedra, si subiere una zorra lo derribará.” (4:3)
Además de la burla en sí, estaba el veneno que llevaban, con el malvado desprecio de la ardua labor que estaban realizando, buscando así desmoralizarlos.
Como veremos más adelante, este escarnio tuvo posteriormente una respuesta y una refutación categórica, propia del Dios que siempre toma la parte de Su pueblo que le sirve fielmente.
“Edificamos pues el muro, y toda la muralla fue terminada hasta la mitad de su altura, porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar.”
“Pero aconteció que oyendo Sanbalat, y Tobías, los árabes y los amonitas y los de Asdod, que los muros de Jerusalén eran reparados, porque ya los portillos comenzaron a ser cerrados, se encolerizaron mucho, y conspiraron todos a una para venir a atacar a Jerusalén y hacerle daño.” (4:6-8)
La burla y el escarnio no hicieron mella en el pueblo, que supo sobreponerse a ello y seguir animoso en la obra hasta levantar los muros hasta la mitad de su altura.
Esto sí que hizo enfurecer a los enemigos, y ahora comienza la parte mas dura de todas, con la amenaza de un ataque de todos ellos para descender sobre el pueblo que estaba trabajando, con el fin de subyugarlo y hacer cesar la obra.
Las medidas tomadas en medio de la crisis, la malicia y persistencia de los enemigos con sus continuas maquinaciones, y las dificultades y el cansancio en medio del fragor de la lucha, constituyen toda una lección digna del más detenido estudio. Veámoslo brevemente.
- a) Por parte de los enemigos:
1) Conspiración para invadir la ciudad. (4:8)
2) Estratagemas para tomarlos desprevenidos, entrar en medio de ellos, matarlos y así hacer cesar la obra por completo. (4:11) Nos da una idea de cuánto odia el enemigo ese muro demarcador que separa lo que es de Dios y lo protege, y con qué saña se opone por todos los medios posibles.
3) Rumores reiterados – “hasta diez veces “ – de que por todas partes y en cualquier momento caerían sobre ellos. (4:12)
- b) Medidas tomadas por Nehemías y sus colaboradores.
1) Oración a nuestro Dios (4:9a) Nuestra oración, con la mirada y confianza puestas en el Señor, siempre deben venir en primer lugar.
2) Vigilancia total – estado de alerta continuo. “…pusimos guarda contra ellos de día y noche” (4:9b) En situaciones como ésta no se debe estar distraído o descuidado.
3) Refuerzos especiales en los lugares débiles.
“Entonces por las partes bajas del lugar, detrás del muro y en los sitios abiertos puse al pueblo por familias, con sus espadas, con sus lanzas y con sus arcos.” (4:13)
Debemos reconocer los puntos o las cosas en que somos débiles o vulnerables, y allí fortalecer con vigilancia y refuerzos especiales.
4) Directivas claras y firmes para infundir ánimo y confianza.
“Después miré, me levante y dije a los nobles, a los oficiales y al resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas.” (4:14)
Claridad de visión de quien, por el impulso de lo alto, está demostrando ser el hombre valiente y responsable que el pueblo necesitaba para esa coyuntura. Nada de dejarse intimidar por los enemigos, tener bien presente la grandeza y el poder del Dios al que servían, y luchar con valor para defender su precioso patrimonio que estaba en juego en esa hora crucial.
Esta última parte merece ponerse de relieve. En la batalla por levantar y mantener el muro en nuestra vida nos jugamos todo. Si fallamos y claudicamos, será para gran pérdida y perjuicio, no sólo de nosotros mismos, sino también de nuestros matrimonios, hogares, hijos e hijas, que quedarán profundamente afectados.
El resultado de todo lo anterior fue que el maligno consejo y oposición de Sanbalat y sus secuaces quedó desbaratado y el pueblo volvió al muro para continuar cada uno en su tarea. Pero todavía seguía la batalla. siendo como eran los enemigos, muy tenaces y persistentes. Por ello vemos más medidas de emergencia.
5) La mitad trabajaba en el muro, y la otra mitad, plenamente armada, estaba en guardia contra cualquier ataque, y todo esto con el pleno apoyo de los jefes de todas la casa de Judá, totalmente volcados en la contienda- (4:16)
Sintéticamente, trabajo, vigilancia, unidad y apoyo mutuo.
6) Aun los que trabajaban, ya sea levantando el muro, acarreando escombros o cargando materiales, estaban en estado de alerta para enfrentar cualquier ataque. (4:17)
Nunca bajar la guardia, y estar sumamente pendientes para enfrentar cualquier ataque.
7) Por la distancia que separaba a unos de otros por ser la obra tan grande, se dispuso que todos estuviesen listos para acudir al toque de trompeta, en la seguridad de que “nuestro Dios peleará por nosotros.” (4:20)
Cada uno haciendo su parte, pero preparados para actuar de forma conjunta en cuanto las circunstancias lo exigiesen.
8) Algunos vivían fuera de Jerusalén, pero para esa hora tan crítica Nehemías decidió que todos debían quedar dentro de la ciudad, que era el escenario del conflicto, para participar en los relevos de guardia de noche y trabajar en el muro de día. (4:22)
En “el día malo “ de Efesios 6:1, cuando arrecia el combate, la disciplina y aun el sacrificio propios de la guerra, se deben enfrentar con toda entereza si se ha de salir airoso y triunfante.
Uno podría pensar que con todo esto que hemos visto la victoria estaba asegurada y Nehemías y los suyos se podían tomar un merecido descanso. Nada de eso – todavía les esperaban, a él sobre todo, pero también a todos los demás, una buena dosis de más contrariedades, presiones y ataques.
Interrumpimos aquí para continuar en la cuarta parte.
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