– El pacto corroborado y ampliado
Capítulo 18 Segunda parte

Continuando donde dejamos en la primera parte – el tema de la circuncisión – extraemos ahora la interpretación espiritual, la cual nos viene otra vez por la pluma tan fecunda del apóstol Pablo.
“…ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne… y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en la letra, la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.” Romanos 2:28-29.
“En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso en la circuncisión de Cristo.” Colosenses 2; 11.
Ambos pasajes, sobre todo el segundo, nos hablan de una operación por medio de la cual el cuerpo pecaminoso carnal es echado.
Concordando totalmente con esto, en Romanos 6: 6 leemos: “Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo de pecado sea destruido, fin de que no sirvamos más al pecado.”
No se trata de llegar al punto de la imposibilidad de pecar, aunque uno lo quiera hacer, dado que nuestro libre albedrío queda siempre en pie – la libre voluntad es algo de lo cual el Señor nunca nos ha de privar.
Antes bien, estas verdades que hemos citado nos hacen entender que el poder del pecado que nos tiranizaba y esclavizaba, aun contra nuestra voluntad, es quitado y vencido, de tal manera que ya no somos esclavos del pecado, sino que vivimos libertados de su poder.
“…todo el que hace pecado (lo practica habitualmente) esclavo es del pecado.”
“Así que si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.”Juan 8:34 y 36.
La sangrienta operación de la circuncisión se hace sobre el prepucio del miembro viril. Como sabemos, la relación sexual es algo establecido por Dios para la procreación, como así también para el placer y consuelo en la vida matrimonial.
Siendo como es algo puro y hermoso dado por el Señor al género humano, a partir de la caída de Adán y Eva, ha sufrido terribles embates del enemigo, los cuales lo han desvirtuado y envilecido a ultranza, con manifestaciones pervertidas, tales como la fornicación, el adulterio, la homosexualidad, el lesbianismo y la pornografía, todas las cuales se encuentran señaladas claramente como abierto pecado en las Escrituras.
La incisión y el tajo cortante en el prepucio, simbólicamente
representan el corte y la eliminación de todo eso, pero además abarca de forma global todo lo que sea lujuria, en todas sus más diversas ramas y derivaciones.
Para muchos, la reacción es de un rechazo de esta verdad, aduciendo que se trata de una posición extrema de la erradicación del pecado, reñida – según ellos – con la verdad bíblica y la experiencia práctica.
No obstante, tomemos por ejemplo un caso de extrema adicción al tabaco. Se ha comprobado en muchos casos, que personas que se encontraban totalmente esclavizadas por ella e impotentes para superarla, no sólo han sido liberadas, sino que también han dejado de tener el más mínimo deseo de fumar, y no lo han vuelto a hacer en todo el resto de sus vidas.
¿Por qué no ha de operar la misma gracia y poder divinos, para liberar a los hombres y las mujeres total e integralmente de todas esas perversiones diabólicas?
De hecho, muchísimos que eran esclavos de ellas, pueden testimoniar que Cristo los ha hecho completamente libres, y que hoy día viven disfrutando de una dichosa libertad.
Además, aun cuando desde otro punto de vista, se nos exhorta a permanecer en la libertad conque Cristo nos ha hecho libres.
Y corresponde todavía otra observación de un Cristo tan maravilloso como el nuestro, la cual he hecho más de una vez en la predicación oral de años atrás.
¿Podrá ser que Él te diga?: “Mira, como he muerto en tu lugar en el Calvario, puedes estar tranquilo, estás totalmente absuelto y perdonado por todos, absolutamente todos tus pecados. No obstante, el pecado es tan fuerte y el mundo tan malo, que lamentablemente deberás seguir pecando mientras estés aquí en la tierra.”
No me cabe duda de que cualquier hijo de Dios con dos dedos de frente – como decimos en la Argentina – contestará con el más rotundo NO.

Ante de cerrar este capítulo, y siguiendo y completando el hilo del mismo, debemos destacar la puntual y pronta obediencia de Abraham al mandato de circuncidarse a sí mismo, y a todos los varones de su propia casa, como así también los comprados por dinero.
No tenemos ninguna constancia anterior de la circuncisión, y debemos considerarla como algo nuevo y desconocido hasta entonces.
Tratándose, como ya se ha dicho, de una operación sangrienta – Ver Éxodo 4.25-26 – y que producía dolor por varios días, bien podemos imaginar la natural resistencia que se encontraría, no sólo en él, sino también en su hijo Ismael, nacido de la esclava Hagar y que por entonces contaba trece años, y también por todos los demás varones de la casa.
Sin embargo, poniendo la obediencia a Dios bien por encima de todo ello, Abraham se circuncidó a sí mismo ese mismo día, como así también Ismael y todos los demás varones.
Esto pone bien en evidencia no solamente su total y absoluta obediencia, sino también su autoridad, con la cual la impuso sobre todos los demás, teniendo en cuenta que muchos no entenderían el por qué, y muy bien podrían tener fuertes reservas y objeciones.
Un padre ejemplar y del cual bien podemos estar muy orgullosos!

Como simiente espiritual de Abraham, hemos de esperar que, llegada la hora en que por nuestra fidelidad, el Señor honre nuestras vidas y labores para Él con Su sello aprobatorio, y también haga lo propio con nuestras cónyuges, quienes nos acompañan, siendo así verdaderos hijos de Él, que compartimos nuestra dicha y honra con nuestras esposas, dignas hijas de Sara. 1a. Pedro 3:6.
Asimismo, somos partícipes de la circuncisión espiritual de Cristo, que nos emancipa de las costumbres pecaminosas que antes nos esclavizaban,
Estamos dispuestos, como él, a obedecer y con prontitud todo mandato que recibamos de Él, ya sea algo sencillo y lógico, como así también algo que contraría nuestra inclinación pero que sabemos que Él nos la pide.
F I N