El evangelio de la inescrutables riquezas de Cristo

(1)

En los capítulos anteriores hemos escrito sobre las obras y caminos inescrutables de Dios. No pretendemos haber agotado el tema -¿quién podría – desde luego – agotar lo que además de ser inescrutable, es infinito y sin límites?
Ahora pasamos a lo que señala el título. Comenzamos por plantear una pregunta – al decir Pablo ¿Las riquezas inescrutables, a cuál de los dos se refiere, al evangelio o a Cristo?
Creemos que sin duda a Cristo. No obstante, como el evangelio, es decir la buena noticia, la grata nueva, es el medio por el cual se las proclama, al mismo tiempo le corresponde que se le atribuyan esas riquezas inescrutables.
Invirtiendo pues el orden nos ocupamos primeramente del evangelio. Tomaremos las siete veces en que aparece en el primer capítulo de Filipenses.
Es bien sabido que en la numerología bíblica el siete nos habla de algo completo y perfecto, lo que claramente denota que el evangelio de nuestro bendito Señor Jesus no es algo parcial, incompleto o defectuoso, sino todo lo contrario, pleno y perfecto a carta cabal.
Pero antes de continuar, acotamos que en 1a. Corintios 9 el vocablo evangelio aparece nada menos que 9 veces! Debe ser que el evangelio, en su gloriosa plenitud, es inconmensurable, irrebatible e indescriptible!
Volviendo al primer capítulo de Filipenses, el mismo se presta de forma admirable para el tema en que estamos. En años idos lo hemos tomado en nuestra prédica oral en no pocas ocasiones, y ahora nos parece oportuno hacerlo por escrito.
Vivimos en un mundo plagado de males de todo orden, que se traducen normalmente en malas noticias.
Pero estamos de paso, y nuestra ciudadanía está en los cielos – en el reino de Dios; y en el mismo, para los que somos Suyos de verdad, afortunada y felizmente no hay sino buenas noticias.
Así las cosas, hemos de visualizar en la trama de lo que sigue una pugna, una lucha entre las dos fuerzas opuestas, la de las buenas noticias y la de las malas.
Adelantamos el itinerario que hemos de recorrer, tomado de cada una de las siete apariciones del vocablo evangelio en el capítulo en que estamos.
1) Defensa del evangelio (a) versículo 7.
2) Defensa del evangelio (b) versículo 17.
3) La confirmación del evangelio, versículo 7,
4) La comunión del evangelio, versículo 5,
5) El testimonio del evangelio, versículo 27.
6) La fe del evangelio, versículo 27b.
7) El progreso del evangelio, versículo 12.
1.-La defensa del evangelio (a)
Todos los medios de comunicación, de manera casi continua, no nos traen sino malas noticias – corrupción, desempleo, crisis económica, la maldad en toda forma concebible, atracos, crímenes, inmoralidad y muchísimo más.
Se ha dicho, y con buena razón,que en muchas ocasiones la mejor defensa es un buen ataque. De hecho vemos que el mismo Pablo aplicaba este principio, según vemos hacia el final de la epístola. En efecto, en el penúltimo versículo escribe:-“Todos los santos os saludan, y especialmente los de la casa de César.”
Se lo había encarcelado, pero lejos de deprimirse o amilanarse, por su propio testimonio, y posiblemente el de otros hermanos también, debajo de las mismas narices del gran emperador César, almas preciosas habían sido arrebatadas de las garras del enemigo.
No las llama ovejas ni nuevos creyentes, sino santos, y por lo que vemos, están llenos de fervor y buen ánimo, y envían saludos muy especiales a los queridos filipenses.
La palabra de Dios nos brinda un ricamente un variado arsenal, para pasar al ataque como la mejor defensa, contra las malas noticias que buscan enturbiar nuestro panorama y desmoralizarnos. Extraemos unos poderosos proyectiles (!)
“Joven fui y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan.” (Salmo 37:25)
“Los leoncillos necesitan y tienen hambre, pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien. (Salmo 34: 10)
“Conoce Jehová los días de los perfectos y la heredad de ellos será para siempre. No serán avergonzados en el mal tiempo, y en lo días de hambre serán saciados.(Salmo 37:18-19)
Y por el último versículo del conocidísimo Salmo 23, entendemos que hay un caballero detrás de nosotros, digamos a la izquierda, que nos sigue de forma fiel y persistente. Le preguntamos cómo se llama y nos dice EL BIEN.
Asimismo atrás, pero a la derecha, hay otro caballero que tampoco nos pierde pisada; al preguntarle cómo se llama nos contesta LA MISERICORDIA.
Inquirimos por cuánto tiempo se proponen seguir tras nuestro, ¿dos, tres o cuatro días? y la respuesta rotunda es TODOS LOS DÍAS de vuestra vida, hasta el final de vuestra peregrinación terrenal.
En el Nuevo Testamento también tenemos un abundante y poderoso arsenal.
“He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:20)
“No te dejaré ni te desampararé.” (Hebreos 13:5)
“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falte, según sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:19) Este último versículo se refiere primariamente a la provisión económica y material. Con todo, estas palabras “todo lo que os falta” abarcan en realidad todo el vasto espectro de la necesidad que un hijo de Dios pueda tener, ya sea física, material, emocional, espiritual o anímica, tanto para esta vida, como de seguro para el más allá también, aun cuando,
estrictamente hablando, allí no habrá necesidad, pues todo estará suplido con creces y en todos los órdenes.
En suma, haciendo buen uso de ese gran arsenal de la
palabra de Dios que vive para siempre, bien podemos
silenciar las baterías del enemigo.

Así estableceremos en nuestro ánimo y carácter la
inagotable buena noticia del reino de Dios, que para los
Suyos sólo tiene de ésas y no de las otras.

2.-Defensa del evangelio (b)
Pero el enemigo es tenaz, y no se da por vencido así como así.

Sabe que hay una verdad que todos debemos conocer, y que
trata de explotar con malicia y astucia. La misma consiste en la afirmación del Señor Jesús que habría cizaña y muchos malos peces en el reino de los cielos. Ver Mateo 13:24-30 y 36-43 y 13: 47-50.
Tanto la una como los otros han de subsistir y sólo al fin del siglo serán quitados por los ángeles.
Y así, ese malvado, esperando el momento del cansancio o desánimo, se acerca y comienza a soltar su susurro pérfido y engañoso. ¿Te fijaste en aquél que parecía tan fiel y muchos lo admiraban, y ahora se ha vuelto al mundo? ¿ Y ese predicador tan cotizado que muchos se deleitaban escuchándolo y lo llamaban el hombre de la hora? ¿Te enteraste que dejó a su mujer y se escapó con la secretaria?

¿Y ese diácono que se confiaba tanto en él, y ahora resulta que se ha quedado con los fondos de la iglesia, y ha dejado muchas deudas impagas?
Y tú, tontito, ayunando, no faltando nunca a las reuniones ni a las vigilias, y dando tu dinero con tanta y santa inocencia. Relájate y quédate en casa mirando la tele cómodamente en el sofá; despreocúpate, quédate con tu dinero, que tanto te ha costado ganarlo, y vive tranquilo y a tus anchas.”
En Mateo 11. 12 Jesús afirmó: “ Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de Dios sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.”
Hay ocasiones en que uno no debe permanecer impávido ante la maldad artera y ponzoñosa del enemigo, sino que se debe poner violento según el versículo citado.
Desde luego que ese ponerse violento, no significa explotar de una rabia carnal gritándole al diablo desaforadamente, como algunos tienden a hacer. Pero sí significa cantárselas bien claras.
¿Que aquél que muchos lo creían tan fiel y le admiraban, ahora se ha ido al mundo? ¿Que ése predicador tan cotizado ha traicionado a su mujer y se ha ido con otra? ¿Que ese diácono que parecía de absoluta confianza se ha enredado en asuntos turbios con el dinero?
Más razón para que yo me aferre como nunca a mi Cristo bendito – y nada de volver al mundo, ni caer en la terrible trampa de la infidelidad matrimonial, ni de quedar traspasado por muchos dolores por codiciar indebidamente el dinero.
Muy por el contrario, por la gracia de Su Espíritu me propongo ser fiel y humilde en todo, y permanecer ardiendo al rojo vivo hasta el final de mi vida.
3.-La confirmación del evangelio. (1:7) Tras salir airosos en los dos importantísimos puntos anteriores, pasamos al siguiente – el de estar confirmados, o bien que el evangelio, la grata nueva vasta e inagotable, quede firmemente establecida en nuestra vida.
En el ministerio de Pablo había dos cosas prioritarias. La primera era ganar almas, rescatándolas de las tinieblas, y llevándolas a la luz admirable de Cristo.
Pero, enseñado por Dios y aprendiendo de la experiencia práctica, se dio cuenta de que eso no bastaba, sino que había que confirmarlas en la fe. Y así viajaba, visitando a las iglesias levantadas, para impartirles, digamos, roble o acero, de tal modo que nunca se volverían atrás.
Pero para ser fieles al texto, aquí no se está hablando de la
confirmación de los creyentes – en este caso de los filipenses.
Citamos el versículo tal cual para sí poder reflexionar mejor.
“…como me es justo sentir esto de todos vosotros, por cuanto os tengo en el corazón, y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del evangelio, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia.”
Las primeras palabras – “como me es justo sentir esto de todos vosotros” – se vinculan claramente con el antecedente del versículo anterior, en el que Pablo expresa su persuasión de que el que comenzó la buena obra en ellos habría de perfeccionarla hasta el día de Jesucristo.
Continúa diciendo que los tiene en el corazón, cosa que
ratifica y amplía en el versículo siguiente: “Porque Dios me

es testigo de cómo os amo a todos vosotros con el entrañable amor de Jesucristo.”
Así nos encontramos que entre estas dos declaraciones – la de su persuasión en cuanto al que comenzó la buena obra, y la de su amor entrañable para con ellos – aparece la parte del versículo 7 que debemos desmenuzar: “…y en mis prisiones y en la defensa y confirmación del evangelio, todos vosotros sois participantes conmigo de esta gracia.”
A lo que concierne a la defensa ya le hemos dado la interpretación, arbitraria si se quiere, de los dos puntos anteriores, para adecuarla a los fines de la pugna o lucha ya señalada.
Pero ¿cómo hemos de interpretar lo que Pablo dice en cuanto a la confirmación del evangelio?
Creemos que debe apuntar a la eficacia del evangelio como poder de Dios, una eficacia que quedaba y quedará comprobada de forma total y absoluta, con un desenlace final de rotundo triunfo, y de ninguna forma de fracaso.
Nos explicamos: de haber llegado los filipenses a un mal fin, derrotados, apartados o maltrechos, por lo menos en ese escenario de Filipos, el evangelio no habría quedado confirmado como una fuerza eficaz y victoriosa.
Pero la persuasión de Pablo estaba fundada en la capacidad suprema del Dios omnipotente y omnisciente, el cual había comenzado la buena obra. Para él, eso era una garantía absoluta de que llegaría a un final perfecto, como todo cuanto emprende nuestro Dios sin igual.
Ahora bien, entrelazado con esto está el hecho de que él interpone las palabras “…y en mis prisiones.” Interpretamos que su eficacia ya estaba siendo puesta a prueba en el hecho de que él, el insigne abanderado del evangelio, se encontraba preso, entre rejas y sin ver el sol por un buen tiempo. De haber claudicado ante circunstancias tan adversas y penosas, por cierto que el evangelio no habría quedado confirmado, sino desacreditado.
Empero, esa gracia del Altísimo había comenzado y dado pleno impulso a la obra también en su propia vida, y al perseverar con toda firmeza, de forma estoica y valerosa, el evangelio quedaba plena y auténticamente confirmado.
Al mismo tiempo, hilvanaba esto con un reconocer a ellos, los filipenses, como participantes de la misma gracia, lo cual suponía un motivo más para amarlos con el entrañable amor de Jesucristo.
Esto nos lleva, como reflexión final, a plantearnos la gran pregunta:-en nuestras propias vidas ¿el evangelio está siendo confirmado, o desacreditado?
No queremos internarnos en el terreno de plantearlo como parte de la gran polémica de las dos posturas teológicas – la híper calvinista y la arminiana.
Pero hemos de reconocer que a esa obra eficaz y victoriosa de Dios, le tiene que corresponder una conducta plenamente acorde por parte de cada uno de nosotros.

Que en nuestras vidas este bendito evangelio quede plenamente confirmado.
Consecuentes con el deseo expresado hacia el principio de que los capítulos no sean demasiado extensos, interrumpimos aquí para continuar en el siguiente.
FIN