PELDAÑOS DEL DISCIPULADO # REFLEXIONES GENERALES
PELDAÑOS DEL DISCIPULADO
REFLEXIONES GENERALES
En la gran comisión del último capítulo de Mateo, Jesucristo mandó a los once discípulos que fueran a todas las naciones a hacer discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
A eso agregó que debían hacerlo enseñándoles a guardar todas las cosas que Él les había mandado.
Desde luego, eso suponía un desafío formidable y una tarea gigantesca.
Consecuentemente, para animarlos y alentarlos, concluyó con la maravillosa promesa de que Él estaría con ellos hasta el fin del mundo.
Estas palabras – hasta el fin del mundo – dan a entender, con toda claridad, que Jesús veía que esa labor que Él les encomendaba era algo que iba a continuar a través de toda la historia, desde Su Ascensión hasta el final de los tiempos.
Y efectivamente, más de veinte siglos más tarde, nos encontramos a 25 años del Siglo XXI, y ese desafío formidable sigue en pie, y esa tarea gigantesca sigue en plena marcha.
En muchas partes del mundo, la iglesia universal de Cristo está movilizando generosamente sus recursos, a fin de llevar adelante su misión, con el deseo de que la misma pueda alcanzar un cumplimiento pleno cuanto antes.
Se podrá argumentar que son muchos los lugares de nuestro planeta adonde todavía no se ha llegado. No obstante, dada la bendición de lo alto en muchas partes, y con los adelantos tecnológicos de los últimos tiempos, resulta indudable que últimamente ya se ha logrado un progreso considerable.
Y un factor que está redundando para bien en ese sentido, es el cada vez mayor número de inmigrantes que, dejando su tierra en el tercer mundo, vienen a radicarse en los países más prósperos de lo que comúnmente llamamos el mundo occidental.
En efecto, muchos llegan de países donde no han conocido, ni tal vez oído el evangelio, y por la gracia de Dios están respondiendo al mensaje de perdón y vida eterna.
Esto los convierte en campo muy propicio para esa labor tan importante, que solemos llamar en nuestro lenguaje eclesial el discipulado.
La urgencia que nos presenta el tiempo en que vivimos, ha movido a muchos, sin duda inspirados por el Espíritu Santo, a idear y poner en funcionamiento nuevas formas o métodos para acometerlo.
Muchos de ellos están dando resultados muy satisfactorios, y tienen, entre otras, la virtud de motivar y movilizar a creyentes que, de otra manera, muy bien podrían estar inactivos y faltos de visión.
El propósito de esta obra no es por cierto el de presentar un nuevo método o patrón para el discipulado. Como se ha dicho, ya hay muchos en funcionamiento y con muy buenos resultados.
En cambio, lo que nos ha movido a escribir, es el deseo y la aspiración de presentar una aportación aplicable a todo buen método de discipulado. La misma va dirigida, no a la forma de llevar a cabo la tarea, sino a los principios, cualidades y virtudes que se han de inculcar a cada discípulo.
Por cierto que no se pasa por alto que este aspecto, ya estará cubierto – por lo menos en parte – por cada método vigente, siempre y cuando se haya creado y proyectado sobre bases bíblicas sanas y claras.
No obstante, el tema es muy vasto, y así como en el estudio de las asignaturas importantes, un profesor consciente aconseja la lectura de determinados libros, por tener una aportación valiosa sobre lo que se está estudiando, confiamos en que esta obra nueva que presentamos, merezca la aprobación de muchos discipuladores, y la misma los mueva a recomendarla a sus discípulos.
El lector u oyente no encontrará en sus páginas nada que contraríe a ningún sistema sano de discipulado, ni que pretenda rivalizar o competir con el mismo.
En cambio, verá en cada capítulo cosas que confiamos que encontrará de peso y valor, y que presentadas de una forma o estilo distinto, han de resultar una confirmación, y tal vez una ampliación, de verdades y principios contenidos en el curso o sistema que se está empleando.
Así, pues, lo presentamos con el anhelo y la oración de que pueda resultar para muchos un complemento sano y útil, para esa gran tarea que tantos están realizando en cumplimiento de la gran comisión.
Y desde luego que en nuestro anhelo y en la presentación de esta obra, no nos limitamos tan solo a los que están involucrados específicamente en el discipulado,cualquiera sea su forma y estilo.
Por lo contrario, hemos procurado que la obra entera tenga la flexibilidad y adaptabilidad que la hagan útil y aplicable para todo creyente con deseos de aprender y progresar, y aun para cada siervo y sierva con deseos de ampliar su visión y enriquecer su vida espiritual.
En tal sentido, no debemos perder de vista la vasta amplitud de la herencia y los privilegios que nos corresponden a todos los redimidos del Señor.
De hecho, pasamos a ser, entre otras cosas, hermanos en Cristo, corderos y ovejas de Su redil, hijos de Dios, santos, reyes y sacerdotes. Y claro está, mientras dure nuestra vida terrenal, bajo la tutela máxima de nuestro gran Maestro, todos sin excepción somos también llamados a ser auténticos discípulos, de los buenos de verdad.
Nuestra íntima aspiración es que esta obra pueda aportar valiosos granitos de arena para ese fin. A ello unimos nuestra humilde pero ferviente oración de que así sea, para la gloria de Dios. y el cumplimiento cabal de la gran comisión que Jesús dejó a los Suyos, antes de ascender y sentarse a la diestra de la Majestad en las alturas.
Y ¿cómo no? Antes de pasar al primer capítulo, una breve definición de lo que es un discípulo.
Es un estudiante, alumno y aprendiz que está bajo la tutela de un maestro, deseando aprender y emular su ejemplo.
Y agreguemos que no puede haber otro como Jesús, el Maestro Supremo por excelencia, cuyo ejemplo en todo es el más digno de emularse. Ser Sus discípulos constituye una gran honra y un privilegio inefable.
Que sepamos corresponder a esa honra y privilegio que nos otorga nuestro amado Señor!
F I N